Por Freddy Ortiz Regis
Cuando reviso los proyectos y/o tesis de grado europeos y los contrasto con las exigencias académicas de nuestro medio me llama la atención la abundancia de formalismos de éstas respecto de aquéllos. En mi experiencia como asesor académico particular me deprime ver como los asesores de tesis de las universidades locales matan la creatividad de los jóvenes con exigencias banales, estereotipos torpes y una sobredosis de ignorancia que corta las alas a la audacia y la renovación.
He llegado a conocer asesores que le tienen miedo a
internet. Consideran que una investigación, que tiene sus fuentes teóricas en
la web, es una investigación no genuina. He sabido de asesores que ridiculizan
a sus alumnos cuando son prolíficos en fuentes ya sea virtuales o físicas.
"¡Ni yo en mi tesis de doctorado!", exclaman en tono burlón. Incluso
hay quienes ―desconfiando descaradamente de sus alumnos― les exigen las copias
fotostáticas de los libros físicos consultados. Para estos asesores el avance
de las tecnologías de información no existe. Están anclados en el pasado.
Anhelan los tiempos en que los jóvenes pasaban extenuantes jornadas consultando
libros en las bibliotecas y transcribiendo ―a lapicero limpio― bloques enteros
de texto. Para ellos Google Books, BNE,
la Biblioteca Americana, Eumed, Smutko, y tantas otras bibliotecas virtuales mundialmente famosas, son complicados monumentos cibernéticos a la haraganería.
También hay asesores que rechazan los proyectos de sus
alumnos menospreciando su capacidad de investigación. Con expresiones tales
como: “¿Acaso dominas esta materia?”, "¡Cómo te vas a meter en esto!"
o “¿Para qué te vas a complicar?”, etc., etc., abonan la mediocridad y frenan
la temeridad investigativa muy propia de la juventud.
Y también hay otro grupo de asesores que complican la vida
de los graduandos con una casi enfermiza
pasión por las formalidades tipográficas y de presentación. He visto en mi
experiencia como asesor particular de trabajos de investigación, asesores que han rechazado una
investigación porque no tenía “Dedicatoria”, porque la Introducción pasó las
cinco páginas, porque la enumeración de los preliminares no estaban en romanitos
(desconocen que con los archivos PDF la numeración en romanitos ahora es perjudicial),
porque se introdujeron “pies de página” (creen que porque las referencias
bibliográficas son en formato APA, entonces ya no debe haber “pie de página”),
porque las conclusiones no estaban enumeradas, porque no se colocó “hipótesis”
(a sabiendas que se trata de una investigación descriptiva no propositiva); y
pongo un largo etcétera pues la lista de banalidades y superficialidades es
casi interminable.
Hago estas reflexiones con el único propósito de que la
universidad asuma su rol investigatorio privilegiando el fondo sobre la
forma. La investigación académica tiene ―y debe― que echar mano de la vasta
cultura e información científica que está disponible no solo en nuestro idioma
sino también en otras lenguas, especialmente en inglés. No es pecado que el Marco Teórico de una investigación se
nutra de los trabajos de otros, siempre que se cumpla con insertar las
respectivas citas bibliográficas para respetar los derechos intelectuales,
pues, será en el capítulo referido a la Discusión
de los Resultados ―de los hallazgos teóricos y empíricos― en donde el
graduando tendrá todo el campo a su disposición para criticar, analizar y
desarrollar su propio aporte al conocimiento, y que quedará sintetizado en sus
conclusiones y recomendaciones finales.
En nuestro país, donde tenemos que acelerar para disminuir
la brecha con los países tecnológicamente desarrollados, no podemos darnos el
lujo de volver a las carretas y al transporte en acémilas. El desarrollo de las
TICs nos abre las puertas a una impostergable oportunidad de acceder ―inmediatamente―
a lo mejor de la cultura y la ciencia universales con un solo clic. La
universidad debe ser la catalizadora de esa oportunidad y no un freno a la
infinita capacidad de inventiva de los estudiantes peruanos, sean éstos
jóvenes o viejos.