domingo, 20 de febrero de 2011

Zaña de Lambayeque (bitácora de viaje)


Por Freddy Ortiz Regis




Visitar Zaña es una experiencia muy interesante. Se llega por combi o custer en un viaje que dura más o menos 45 minutos desde Chiclayo. En verano el calor es sofocante y bordea los 30 ºC, lo que provoca un terrible sopor entre los viajeros que tienen por destino las ciudades de Zaña y Cayaltí.

El pueblo de Zaña se ubica en la región Lambayeque, provincia de Chiclayo y distrito de Zaña, en un valle de llanuras del mismo nombre, un tanto retirado de la inmensa cordillera occidental de los Andes, en las coordenadas 6°55'15" latitud sur, 79° 34' 54" longitud oeste, a una altura de 46 msnm y a una distancia de 51 km de la capital de la región, Chiclayo; tiene un clima seco y variado, con marcada diferencia entre estaciones.

Este pueblo fue fundado por los españoles con el nombre de Villa Santiago de Miraflores de Zaña, por su estratégica ubicación, que servía de entrada hacia la sierra norte, vía Cajamarca, y además era un lugar intermedio entre dos valles significativos, que son el Jequetepeque y Lambayeque; dos caminos importantes cruzaban la zona, los que unían costa y sierra; además de su importancia geográfica como nexo y ubicación, el valle presentaba una riqueza natural atractiva por la fertilidad de la tierra.

Los españoles también se percataron de que sobre estas tierras los antiguos pobladores habían logrado construir un impresionante sistema de riego para ganar tierras de cultivo, así como logrado establecer su centro administrativo muy cerca, por lo que decidieron aprovechar estas facilidades adicionales y fundar la ciudad, desplazando a los pobladores hacia un cerro muy cercano llamado Cerro Corbacho y ellos ocuparon la parte baja a orillas del río, lo que al transcurrir el tiempo se demostraría fue un gran error. A principios de marzo del año 1720 fuertes lluvias, truenos y rayos aterrorizaron a los habitantes, quienes presas del pánico huyeron a lugares más altos en busca de refugio, pues el río amenazaba a salirse de su cauce, hasta que el 15 de marzo del mismo año el agua empezó a entrar en la ciudad, aproximadamente a las cinco de la mañana; a las seis ya corría en abundancia y a gran velocidad por la plaza pública y todas las calles, atravesando y derribando todas las viviendas que se encontraban a su paso, quedando en pie la iglesia parroquial y algunos conventos. Esto fue registrado por el escribano Antonio de Rivera, quien da fe de la destrucción en un acta firmada por él y otros personajes notables.

Zaña se encontraba poblado por indígenas de fisonomía Moche, pero al llegar los españoles se inicia la llegada de esclavos negros africanos para el trabajo agrícola y de servicio. También aportaron a los rasgos actuales los hacendados de la región, quienes desde la segunda mitad del siglo IX trasladaron en forma masiva trabajadores asiáticos para las labores en las haciendas. Surgió, así, después de muchas generaciones y fusiones, un poblador con características asiáticas, negras y moches, que en la actualidad son evidentes en los habitantes de Zaña.

Zaña era famoso por su opulencia, y su fama había cruzado fronteras y llegado a oídos de los piratas que infestaban las aguas del Pacífico, ávidos de riquezas. Es por esto que el 4 de marzo de 1686 el pirata británico Edward Davis, luego de desembarcar en el puerto de Cherrepe y cubrir las siete leguas que hay hasta Zaña, invade la ciudad, tomándola por sorpresa, arrasando y entregándola a sus hombres para que la saqueen y hagan de ella lo que les plazca.

Es anecdótico comentar que el pirata en su incursión tomó como rehén a una dama de alcurnia y procedencia adinerada, que era la bella Mencia, joven acaudalada de la época, a la que detuvo hasta que su familia se animara a pagar el rescate de 50.000 pesos, lo que fue pagado, pero fue punto de partida para que la joven se enamore del pirata y nunca más se la vea en el pueblo, comentándose que huyó con su captor perdidamente enamorada.

El diseño arquitectónico de los templos corresponde a artistas españoles y mano de obra inicial indígena, empleando después masivamente trabajadores esclavos de raza negra. En la fecha existe mucha polémica sobre el número de iglesias que había en Zaña colonial; unos dicen que eran 7 y otros que eran 14, pero se ha determinado que la confusión se da porque no se precisa la modificación en la demarcación territorial a través del tiempo, ya que es necesario diferenciar el pueblo y la provincia de Zaña. Los templos de la ciudad eran 7 y en toda la provincia 14; sobre todo teniendo en cuenta que en un tiempo Zaña fue cabeza principal de toda una provincia, que limitaba por el sur con la actual región La Libertad y por el norte con la actual región Piura.

En la época colonial los principales templos religiosos de la ciudad eran siete: la iglesia matriz, la iglesia del hospital San Juan de Dios, el convento de San Francisco, el convento de San Agustín, el convento de La Merced, la parroquia de Indios Santa Lucía y la capilla anexa a la casa donde murió Santo Toribio de Mogrovejo.



Convento de San Agustín
Esta es la obra de mayor valor arquitectónico, considerada como la joya arqueológica de la arquitectura goticista en el norte peruano, la que tiende al adorno y no a la lectura gótica; las bóvedas se apoyan sobre arcos cruzados, cumpliendo la regla romana adoptada por los artistas renacentistas, considerando que esta obra sería de fines del siglo XVI y en la actualidad se conservan algunas paredes y bóveda principal.





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Textos: Lambayeque.net
Fotos y vídeo: Freddy Ortiz Regis